¿Dónde están ahora el caballo y el caballero? ¿Dónde el cuerno que sonaba? ¿Dónde están la mano en el arpa y el fuego rojo encendido? ¿Dónde están la primavera y la cosecha y la espiga alta que crece?... Han pasado como una lluvia en la montaña, como un viento en el prado; los días han descendido en el oeste en la sombra detrás de las colinas. ¿Quién recogerá el humo de la ardiente madera muerta, o verá los años fugitivos que vuelven del mar?

jueves, 7 de octubre de 2010

Sobre la vida

"Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el final de todos los caminos..."

Hace algunos años (muchos ya, que el tiempo pasa para todos), siendo todavía un niño me encontré con esta frase en mi primera lectura del Señor de los Anillos y recuerdo todavía, como si fuera ayer, lo mucho que me sorprendió.
Después de haber leído el Hobbit, reconozco que tenía sed de más sangre, muertes y batallas (recordemos que era sólo un chico) y con esa perspectiva había encarado la siguiente obra de Tolkien, y confieso que semejante cita me descorazonó un tanto en mis anhelos bélicos.

Fue recién tras muchas re-lecturas (y muchos años también) que conseguí no sólo reconciliarme con esa frase sino también apreciarla en toda su magnitud, y es que realmente ¿Quién puede arrogarse las facultades de decidir sobre la vida misma?

Se que el tema no es simpático, ni atractivo, y que seguramente va a despertar innumerables controversias, y lamentablemente esa no era la intención de este blog, y mucho menos se me hubiera ocurrido postear una cuestión tan provocativa en mis primeras entradas, pero a razón de la experiencia vivida anoche no puedo menos que desahogarme -aunque más no sea- con esta líneas. Pido disculpas de antemano si ofendo algún tipo de sensibilidad y reitero que no es mi intención avivar susceptibilidades, sino tan sólo expresar mi humilde opinión en un tema tan controvertido.

Ayer por la tarde, se nos instó a los alumnos de la cátedra de Derecho Civil de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco sede Trelew, a asistir a la "Charla Debate sobre el Aborto" con la periodista Mariana Carbajal como principal expositora. De sobra es conocido por todos (por lo menos aquí en Argentina) la opinión de la licenciada a favor de la despenalización del aborto y la forma vehemente con que encara el tema en sus múltiples conferencias, llegando incluso al punto de hacer "apología del delito" al dictar en sus conferencias números telefónicos y direcciones de clínicas abortivas y métodos para interrumpir los embarazos no deseados.

Objetivamente debo reconocer la calidad de su presentación y su propia habilidad para expresar uno de los puntos de vista en este tan conflictivo tema; pero lamento profundamente la incapacidad que demostró para, no digo ya aceptar, sino al menos oír puntos de vista distintos al suyo.

Terminada la conferencia llegó el momento de las preguntas y el debate -que después de todo ese era el título de la exposición- y cuando me atreví a mencionar que en ningún momento de la charla se habían nombrado los artículos de nuestro código civil que protegen al "feto" -como con tanto desprecio lo llamaba la periodista- y lo consagran como persona, y el artículo del código penal que penaliza el aborto la licenciada en vez de responder optó por acusarme de retrógrado, fundamentalista, católico ultra ortodoxo, militante de grupos pro-vida y afirmar que por el mero hecho de ser hombre no tengo derecho para hablar ni opinar.

Hago aquí entonces la pertinente defensa a mi persona que ayer no me dejaron realizar entre los abucheos de los militantes de grupos revolucionarios como el MIR que se encontraban presentes en la reunión y el veneno irónico de la periodista: Quizás si peque en mis opiniones de retrógrado y fundamentalista (aunque me sorprende que me acuse de fundamentalista justamente alguien que con tanto fervor defiende su postura al punto de negarse a escuchar al que opina diferente); de católico ultraortodoxo no tengo nada: no soy católico, ni mucho menos cristiano, ni mucho menos creo en ningún tipo de Dios (como no sea Iluvatar, hablando en tono bromista claro esta), incluso hay quienes me han llegado a acusar de ateo y nihilista; no milito en ningún tipo de asociación, grupo o fundación, ni los "pro-vida" ni cualquier otra; y con respecto a haber nacido hombre nada hay que pueda hacer al respecto asique no entiendo tampoco la acusación de la licenciada.

Mi postura, que era la que me hubiera gustado poder expresar en el día de ayer, es que si bien cada mujer es libre de hacer con su cuerpo lo que desea (la libertad del ser humano para disponer de su cuerpo es -a mi entender- fundamental), no por ello debemos negar el carácter de persona del embrión (lo dice claramente el Código Civil y sus múltiples reformas) y los derechos personalísimos que por ser persona posee (entre los cuales claro esta se encuentra el Derecho a la Vida). Por lo que si bien cada mujer tiene que tener si o si libertad de elección sobre su embarazo por lo menos no deshumanicemos al feto y reconozcamos que se trata de un ser vivo, y más aún de una persona, más allá de si después se decida proseguir o no con el aborto. Es decir, no prohibamos el aborto pero al menos llamemos las cosas por su nombre (como se ve mi postura no era tan fundamentalista ni tan descabellada).

En fin, lamento profundamente que no se nos haya dejado expresar a los que opinamos distinto y que se haya perdido el sentido mismo de la conferencia. Si mal no recuerdo el título de la exposición era: "Charla debate sobre el aborto"... me perdí la parte del debate.

Sea como sea, lo que prueba todo esto es que este mundo materialista y superficial es demasiado para mi. Regreso entonces a Rivendel, a los mundos fantásticos, a lo maravilloso, a lo épico, a la literatura heroica y me permito soñar con un mundo donde los que lo habitan tienen la grandeza de decir: "Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el final de todos los caminos..."

lunes, 4 de octubre de 2010

Heme aquí

Heme aquí... Después de muchas idas y venidas, de unas cuantas dudas y pocas respuestas, de innumerables incertidumbres y -como siempre- escasísimas certezas, puedo finalmente decir: "Heme aquí", y comenzar entonces con la tarea de desarrollar este blog.
Mentiría si dijera que la decisión de abrir este espacio fue inmediata, o que de la noche a la mañana los astros se alinearon y los hados se complotaron para que diera origen a este humilde intento de "bitácora personal".
Y es que, en realidad, reunir el coraje y tomar la resolución de comenzar con esta nueva tarea fue algo muy meditado y me llevo bastante tiempo. Las dudas fueron muchas y variadas; como sobre qué escribir por ejemplo, cómo y cuándo hacerlo, con qué propósito, para que lo lean quiénes y si realmente valía la pena dedicarle tiempo y trabajo a escriturar lo que no son más que pensamientos diarios, además del hecho innegable de que entre el trabajo y las carreras que curso probablemente me quede poco tiempo para dedicarle a este pequeño espacio, y no hay nada más triste que ver un blog abandonado.
Si, soy asiduo seguidor de distintos blogs. Confieso que disfruto mucho leyendo los complejos -y a veces no tanto- esquemas de razonamiento de los demás, sus dimes y diretes, sus opiniones, sus puntos de vista sobre la realidad diaria y las feroces discusiones que a veces se desatan entre propios y ajenos; pero de lector a escritor hay un largo trecho, y no soy muy afecto a los atajos ("los atajos cortos traen retrasos largos") y temía que este pequeño blog muriese incluso antes de nacer.
En fin, la cuestión es que finalmente acabé por entender que lo mejor de un blog no es escribir para otros (aunque eso también sea importante y los comentarios de los demas suelan configurar no solo la propia individualdiad sino también la parte más divertida de un blog), sino justamente escribir para uno mismo; vaciar la mente de ideas y volcarlas en una hoja blanca e inmaculada, vomitar todas esas cosas que de vez en cuando nos carcomen por dentro y que -cual barberos del rey Midas- pugnamos por gritar a los cuatro vientos, dejar que los dedos se deslicen raudos trazando los caracteres de aquellas cosas que escondemos con nosotros, de lo que nos marca, lo que nos quema, lo que nos despierta emoción, tristeza, lágrimas, risas y odios; de todo aquello, en fin, que nos configura como seres humanos.
Es así entonces que hoy puedo darles a todos -y en especial a mi mismo- la bienvenida a esta pequeña morada mía, a Rivendel, el Último Hogar e invitarlos a que recorran sus salones, sus jardines, sus cocinas, sus chimeneas, sus cuartos y sus galerías; de seguro cada cual encontrará aquello que esté buscando: cánticos, risas, historias de tiempos pasados, hazañas de héroes y ¿Por qué no? Tambien airadas discusiones, melancolías, tristezas y alguna que otra lágrima que ruede por las mejillas.
Si miráis con atención quizás podáis ver a un pequeño Hobbit que murmura cosas entre los dientes y se afana escribiendo con una pequeña pluma de cisne, no le molestéis es Bilbo Bolsón y esta terminando su obra de arte "Historia de una ida y una vuelta", estoy seguro que sus páginas algún día darán mucho de que hablar. Puede ser que os encontréis también con algún elfo, son seres sabios y alegres, pero no les pidáis consejo, ya sabéis lo que se dice de ellos: "no pidas consejo a los elfos, pues te dirán al mismo tiempo que sí y que no" y también eso otro de que "raras veces los elfos dan consejos, pues un consejo es un regalo muy peligroso, aun del sabio al sabio, ya que todos los rumbos pueden terminar mal". Y si tenéis mucha pero mucha suerte, tal vez vuestros pasos os lleven a la biblioteca del ala norte, donde se guarda todo el conocimiento de la Tierra y donde, de seguro, habréis de encontrarme, escarbando entre los innumerables volúmenes, arañando un poco -demasiado poco- de sabiduría.
Y quizás, si el ánimo os impulsa a ello, os sentéis junto a una mesa repleta de manjares, y en las noches estrelladas cantemos todos juntos y recordemos aquello que pasó, lo que pasará y lo que pudo ser.
Acercaos entonces al fuego y dejad que él os ilumine, que corren malos rumores en el mundo, en el Bosque Oscuro suenan los pasos de un horror sin nombre y en el este se agitan las sombras; pero hoy es un día de encuentros, de palabras y música, de pensamientos y recuerdos, asique coged una jarra de aguamiel o una pinta de cerveza según cuales sean vuestras preferencias y brindemos todos juntos por las historias de antaño.
Bienvenidos a Rivendel, bienvenidos al Último Hogar de elfos y hombres...